Según informó la Agencia de Noticias del Hawzah, el Ayatolá Makarem Shirazi, en un escrito, analizó los eventos de la «Batalla de Banu Qurayza» y declaró:
Explicación resumida:
Inmediatamente después de la «Batalla de los Confederados (Jang al-Ahzab)», el Profeta (P) recibió la orden divina de ajustar cuentas con los judíos de Banu Qurayza. El asedio a sus fortalezas duró 25 días. Abu Lubaba acudió a ellos para consultarles. Al ver el llanto de las mujeres y niños, su corazón se conmovió y, señalando su garganta, les hizo entender que el castigo por traicionar su pacto era la muerte. Sin embargo, luego se arrepintió y pidió perdón.
El Mensajero de Alá (P) designó a Sa‘d ibn Mu‘adh como juez, con el consentimiento de ellos, y este dictaminó la ejecución de los combatientes, la captura de los demás y la distribución de sus bienes. No obstante, algunos se convirtieron al Islam y se salvaron.
Explicación detallada:
Tras finalizar la «Batalla de los Confederados», el Profeta (P) recibió la orden divina de ajustar cuentas con los judíos de Banu Qurayza (el último grupo judío que quedaba en la región). Se relata que los musulmanes se apresuraron tanto a llegar a las fortalezas de Banu Qurayza que algunos incluso descuidaron la oración de la tarde y tuvieron que realizarla más tarde.
El Profeta (P) ordenó el asedio de sus fortalezas, que duró 25 días. Dios infundió en sus corazones un gran terror, como menciona el Corán.
Ka‘b ibn Asad, uno de los líderes judíos, les dijo:
*"Estoy seguro de que Muhammad (P) no nos dejará hasta combatirnos. Les propongo tres opciones; elijan la que prefieran:
Aceptar su mensaje, creer en él y seguirlo, pues ya saben que es el Profeta de Dios. Así, sus vidas, bienes y familias estarán a salvo."*
Ellos respondieron: "Jamás abandonaremos la ley de la Torá ni aceptaremos otra cosa."
Ka‘b continuó:
"Si no aceptan esto, entonces matemos nosotros mismos a nuestras mujeres e hijos para liberarnos de preocupaciones, luego luchemos contra Muhammad (P) y sus seguidores. Si morimos, no dejaremos atrás preocupaciones; si vencemos, podremos conseguir nuevas familias."
Ellos exclamaron: "¿Mataríamos a nuestros seres queridos? La vida no tendría sentido después de eso."
Ka‘b insistió:
"Si tampoco aceptan esto, ataquemos esta noche (sábado), pues Muhammad (P) no espera un ataque. Tal vez logremos la victoria."
Respondieron: "No violaremos el sábado."
Frustrado, Ka‘b dijo: "Ninguno de ustedes ha tenido juicio desde que nacieron."
Luego, los judíos pidieron al Profeta (P) que enviara a Abu Lubaba para consultarle. Cuando este llegó, las mujeres y niños judíos lloraron ante él, conmoviéndolo. Los hombres le preguntaron: "¿Crees que debemos someternos al juicio de Muhammad?"
Abu Lubaba respondió: "Sí", pero al mismo tiempo señaló su garganta, indicando que serían ejecutados. Inmediatamente, sintió remordimiento por su traición. En lugar de regresar con el Profeta (P), fue a la mezquita, se ató a una columna y dijo: "No me moveré hasta que Dios acepte mi arrepentimiento." Finalmente, Dios lo perdonó por su sinceridad, y el versículo «Y otros que reconocieron sus pecados...» (Corán 9:102) fue revelado al respecto.
Al final, Banu Qurayza se rindió incondicionalmente. El Profeta (P) preguntó: "¿Aceptan que Sa‘d ibn Mu‘adh decida su destino?" Ellos aceptaron.
Sa‘d ibn Mu‘adh declaró: "Ahora es el momento de que Sa‘d juzgue según la ley de Dios, sin temer reproches." Tras confirmar su aceptación, dictaminó: "Los combatientes serán ejecutados, las mujeres y niños capturados, y sus bienes repartidos." Sin embargo, algunos se convirtieron al Islam y se salvaron.
Esta victoria sobre un grupo obstinado tuvo importantes consecuencias para los musulmanes:
Limpieza del frente interno en Medina, eliminando el espionaje judío.
Derrumbe de la influencia de los idólatras árabes en Medina, acabando con sus esperanzas de rebelión.
Fortalecimiento económico mediante los botines de guerra.
Preparación para futuras victorias, como la conquista de Jáybar.
Consolidación del gobierno islámico ante amigos y enemigos dentro y fuera de Medina.
Fuentes:
Corán, Sura At-Tawba (9), versículo 102.
As-Sirah an-Nabawiyyah de Ibn Hisham, Vol. 3, p. 244.
Al-Kamil fi at-Tarikh de Ibn al-Azir, Vol. 2, p. 185.
Resumen del libro Tafsir Nemuneh, Ayatolá Makarem Shirazi, Dar al-Kutub al-Islamiyyah, 26ª ed., Vol. 17, p. 292.
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